El mal genio de los madrugones


Todas las mañanas, el agudo pitido del despertador nos arranca de nuestros sueños como una ducha fría. Más de un día nos habrán entrado ganas de estrellarlo contra la pared. Pero el reloj no perdona y hay que levantarse. Y junto con la familia, amanecen muchas veces el mal genio y las broncas: alguien que se entretiene demasiado en el cuarto de baño, alguien que se ha quedado pegado a las sábanas, las prisas...

En muchas familias ni siquiera se desayuna como Dios manda. Los niños salen con un bocadillo en la mano y los padres desayunan de camino al trabajo.

¿Que se puede hacer contra el mal humor?
También es frecuente que toda la familia se siente a desayunar con algunos gruñidos como único tema de conversación. La matinal de lunes a viernes suele ser bastante triste.
Son dos factores que envenenan el ambiente del desayuno. En primer lugar, la mayoría de los niños y adultos no han dormido lo suficiente cuando suena el despertador. Nuestro organismo tiene su propio ritmo biológico que, desde luego, no funciona como un reloj. Los horarios nos obligan a alterar este ritmo natural.
El segundo factor desestabilizador se produce en el colegio o en el lugar de trabajo: desde el primer momento se nos exige un rendimiento máximo. A muchas personas les afecta un arranque tan brusco. Esta es la razón de que después de los buenos días se produzcan tantas peleas familiares.
Remediar este mal no es tarea fácil. Nadie puede cambiar los horarios que tanto nos martirizan. Pero sí está en nuestra mano suavizar un poco el clima tenso. En muchas familias se ha aplicado con éxito la sencilla fórmula de levantarse media hora antes. De esta forma, por lo menos se evitan las prisas de última hora y los desayunos relámpagos, tan perjudiciales para nuestra salud.
No es preciso forzar una sonrisa. Basta con saber esquivar el genio de los demás y tratar de controlar el nuestro propio. Con que uno de los miembros haga de catalizador, el ambiente será mucho más relajado.
Para evitar las prisas matinales también es conveniente preparar todo lo que podamos la noche anterior.
El Café de la mañana debe tomarse con la necesaria tranquilidad. Si lo degustamos sin prisas, puede depejarnos del todo y ayudarnos a emprender el día sin desafallecimiento ni malos genios.
Este amanecer relajado no es ningún lujo. Por el bien de nuestra salud, debe acostarnos y levantarnos media hora antes. De esta forma además de ser superior nuestro rendimiento, también estaremos de mejor humor.

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