
-Mi compañera casi no ha hablado conmigo durante el viaje.
-Dijo el Chico.
- Un amor sin silencios es un amor sin profundidad- respondió el sabio.
- Pero ¡ella ni siquiera me ha dicho que me quiere!.
- Hay personas que no paran de repetir esto, y al final acaban por desconfiar de sus palabras.
Los tres se sentaron sobre una roca. El sabio apuntó hacia el campo de flores que tenía a su alrededor.
- La Naturaleza no repite constantemente que Dios nos ama.
Pero lo podemos comprender a través de sus flores.
Por: Paulo Coelho.
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